Llegar a presidente puede perjudicar seriamente la salud

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La estampa es habitual: la cara joven de un candidato a presidente se transforma, en unos pocos años tras la elección, en el semblante canoso y ojeroso de un jefe de Estado. No se trata de casos aislados. Un análisis sobre la longevidad de líderes nacionales de 17 países, entre ellos España, demuestra que ser elegido presidente puede suponer hasta 2,7 años menos de esperanza vida.

Para llegar a esta conclusión, un grupo de investigadores ha comparado la supervivencia de 279 líderes con la de 261 candidatos no elegidos entre los años 1722 y 2015 en un trabajo que ha sido publicado en el número especial de Navidad de la revista BMJ. Como en cada edición navideña, esta publicación recoge investigaciones que pueden despertar más sonrisas que verdadero interés científico, pero que han sido llevadas a cabo con pulcritud metodológica.

Tras medir la edad de cada candidato tras las últimas elecciones en las que participaron, y  tomando como referencia lo que se esperaría en un individuo promedio de la misma edad y sexo, los resultados de este trabajo muestran que los líderes electos vivieron hasta 2,7 años menos y tuvieron un 23% más de riesgo de muerte que los candidatos que no llegaron a la presidencia.

Ser diputado, sin embargo, no parece ser perjudicial para la salud. Un equipo de investigadores liderado por la Universidad de Surrey (Reino Unido) ha examinado la mortalidad de casi 5,000 miembros de las dos Cámaras del Parlamento de Reino Unido y ha descubierto que la tasa de mortalidad de estos políticos era un 28% inferior a la de la población general y un 37% inferior en el caso concreto de los lores.

Según explican los autores del trabajo, que ha comparado los datos de los parlamentarios con los de la población general desde 1945 a 2011, la brecha de mortalidad entre los diputados y los ciudadanos se amplió significativamente hasta, al menos, el año 1999. Esto indicaría que durante este periodo los parlamentarios se habían vuelto cada vez menos representativos de la población a la que servían.

Los investigadores destacan que la mortalidad entre los parlamentarios conservadores fue menor que en los diputados de otros partidos políticos, lo que, apuntan, puede deberse a diferencias subyacentes en el origen social y, en particular, en la educación.

Los resultados también muestran que los diputados elegidos por primera vez a los 60 años o más tenían una mortalidad relativa menor que los diputados que fueron elegidos cuando eran más jóvenes y que los que sirvieron durante más tiempo vivieron vidas más largas. (Fuente: SINC). Tomado de noticiasdelaciencia.com

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