La injusticia protege al corrupto con la impunidad

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Las palas mecánicas callan el murmullo armonioso de los ríos. ¿Cuántos ríos van siendo eliminados por la  permitida violación a la ley? ¡Qué dominicanos!

En el transfuguismo vemos el retrato natural, nítido del politicastro con su moral hipócrita en la búsqueda de cuidar el erario público. ¡Qué honestidad!

Con ínfulas de rebeldías se presentan ciertos legisladores con el verbo de críticas contra ciertos jueces. Estos curules nos hacen ver su institucionalizado “funesto barrilito”, demuestran que para ellos la Constitución y leyes son un pedazo de papel. ¡Qué moralidad!

La oposición política está aferrada a la separación, ni el gran estratega de asuntos electorales de la Roma antigua, laureado orador que ejerció el consulado en el 75 AC. Gayo Cota que no decía no a las solicitudes, los aconsejarías al verlos tan alejados de la entrega de sí mismos.

El corrupto piensa en el erario como el conquistador español en el oro.

Ciertos políticos con su sistema de intereses económicos no les importa que la moralidad constituya un rasgo distintivo de la humanidad del hombre.

¿Cuándo se comprenderá que la política está fundamentada en la moral? Sencillamente, el corrupto en la cárcel.

La política dominicana nos indica que tiene la inmensa laguna de una moral coherente y coercitiva e inundada de intereses económicos.

La injusticia protege al corrupto con la impunidad. Y causa el grave mal de no conservar la sociedad.

El corrupto es un intemperante, se dirá, que no sabe dominarse, se daña a sí mismo con un acto vicioso, y lo hace con plena voluntad, luego se daña a sí mismo sabiéndolo y por lo tanto sufre voluntariamente una injusticia y un daño que se hace con pleno gusto. Y sabe de una manera general que el dominio, el poder, la riqueza son sus bienes, pero, no sabe absolutamente si son bienes verdaderos para él, ni en qué momento le conviene, ni en que disposición moral debe estar para que todos los bienes le sean provechosos. Llegará el momento que él se sentirá su propio enemigo, su corazón lo estará turbando. La solución es siempre amar y el corazón dará felicidad.

Nuestro invitado de hoy: Williám Shakespeare: “Ningún legado es tan rico como la honestidad”. Autor: Néstor Julio González Díaz, vicealmirante retirado de la Armada Dominicana

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