La fiebre no está en la sábana

Spread the love

Se ha desatado una ola delictiva que hay que enfrentar con métodos diferentes a los tradicionales. Asaltan generales, matan coroneles, cometen sus fechorías a plena luz del día. Asesinan un vigilante de seguridad privada y roban millones de un banco; secuestran, extorsionan, violan… Hacen todo lo que les da la gana. 

Y la gente cree que con el nombramiento del nuevo jefe de Policía, general Nelson Peguero Paredes, los problemas se resolverán por arte de magia. Es una premisa quimérica porque, como dice la frase, “la fiebre no está en la sábana”. El problema no es de un viejo o un nuevo jefe policial. Es un esquema ineficiente y corrupto.

El jefe de la PN no es el problema, es parte del problema en una estructura donde todo el mundo “se la va a buscar”.  Lo que menos importa es el servicio a los ciudadanos o el mísero salario de los agentes.

El general Paredes comenzó mal, con dos medidas  equivocadas: la famosa “mano dura” contra la delincuencia  y el “patrullaje mixto”, es decir, entre guardias y policías, que no ha resuelto ni resolverá el problema.

¿Qué es lo correcto?  Lo primero es mejorar las condiciones de vida de los policías: protegerlos para que  ellos puedan proteger al ciudadano. El siguiente paso debe ser que el gobierno de Danilo Medina comience a pagar, lo que los sociólogos llaman la “deuda social acumulada”: desempleo, deterioro de los servicios públicos…

Jamás se eliminará la delincuencia con “los intercambios de disparos entre los delincuentes”  y los policías. La violencia genera más violencia. Se deben descontinuar las redadas indiscriminadas (sean mixtas o no), que afectan generalmente al inocente y joven trabajador, al que las patrullas macutean con el pretexto de que persiguen delincuentes.

Las redadas son el engaño más grande, ya que todo el mundo sabe quién roba, asalta y donde están los “puntos” de vender drogas. En los barrios es común ver a algunos  policías cobrando peaje en esos “puntos” o en la casa de los malhechores recibiendo objetos robados y otras dádivas.

Igualmente, el joven que vende drogas no lo hace por placer, sino inicialmente por necesidad. El que está en el “punto” vendiendo no gana gran cosa, el buen dinero lo recibe el distribuidor y el que trafica a gran escala. Les puedo afirmar que a cualquiera de nuestros jóvenes que se le consiga un empleo, por sencillo que sea, jamás arriesgará su vida vendiendo sustancias tóxicas.

En ese orden, estoy haciendo dos peticiones al gobierno. Una: que de la misma forma que el Presidente está recorriendo el interior del país los fines de semana, comience a visitar los barrios para escuchar de viva voz los problemas. Dos: Una forma efectiva de combatir la delincuencia es que el Estado gestione con empresarios locales y extranjeros la instalación de empresas de zona franca en los barrios más populosos. Si el gobierno da seguridad y facilidades a empresarios como Pepín Corripio, Los Vicini, irán gustosos a barrios como Capotillo o  Gualey a poner sus fábricas. Así con el sector privado se puede resolver el problema social de la delincuencia generando empleos en el corazón de los barrios. Autor: Roberto Valenzuela

¿Qué piensas sobre esta noticia?

comentarios