Electores resentidos, detrás de apoyo al ‘Brexit’

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Washington.- El sorprendente referéndum en el cual el Reino Unido decidió abandonar la Unión Europea fue impulsado en gran parte por el mismo estado de ánimo que alimentó la marcha insurgente de Donald Trump hacia la candidatura presidencial republicana: un rechazo a la globalización económica, y a las élites que la favorecen, por parte de quienes se sienten olvidados.

Muchos economistas advierten que la votación británica para salir de la UE, conocida como “Brexit”, podría paralizar la economía de la nación europea.

El mismo argumento que muchos dicen sobre las ideas de Trump que ahogarían el crecimiento de Estados Unidos o incluso provocarían otra recesión.

Sin embargo, millones de votantes desafiaron tales preocupaciones.

El voto por el Brexit y el apoyo generalizado a Trump reflejan un rechazo radical a la opinión de los expertos en ambos países desarrollados.

Pero ese rechazo podría ocasionar un mayor daño económico, advierten algunos economistas.

“De cierta manera, es un grito de frustración, pero es uno que podría afectar más a una parte de la población ya perjudicada económicamente”, afirmó Eswar Prasad, profesor de economía en la Universidad de Cornell y exfuncionario del Fondo Monetario Internacional. “Ésa es la notable ironía de esto”, agregó.

A primera vista, las economías de Estados Unidos y Gran Bretaña lucen comparativamente sanas. Ambas tienen bajas tasas de desempleo y se han recuperado mejor de la gran recesión que cualquier país de Europa continental o Japón.

Sin embargo, en ambos países, estas cifras no revelan las debilidades subyacentes.

David Blanchflower, profesor de economía en la Universidad de Dartmouth y un antiguo responsable político en el Banco de Inglaterra, recalcó que la paga semanal promedio en el Reino Unido, ajustada a la inflación, sigue un 7% por debajo de su pico más reciente, alcanzado en 2008.

También hay diferencias regionales marcadas en ambos países. Londres ha experimentado un auge en los últimos años, junto con su próspero sector financiero, que ha hecho que se dispararan los precios inmobiliarios en la ciudad. Por el contrario, las plantas de acero y las minas de carbón en el norte de Inglaterra y Gales han tenido que cerrar.

Una divergencia económica similar es visible en Estados Unidos: las pujantes empresas nuevas de tecnología han inyectado vigor en varias ciudades, como San Francisco, Seattle y Denver, pero los empleos y los ingresos han crecido más lentamente en otras áreas metropolitanas y en las zonas rurales.

“Es como cuando Trump va a West Virginia y dice que todo va a ser grande” otra vez, explicó Blanchflower.

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