Ante las realidades adversas

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Durante la larga travesía hemos aprendido que los hombres hablan muchos lenguajes. Esto nos alerta y ponemos tres cuartos de cerebro en alerta y un cuarto para escuchar. Como lo hacía Napoleón cuando José Fouché, prefecto policial de París, le rendía informe. Así no le sorprendía, pues Fouché era difícil de conocer, pero muy útil, decía Napoleón. En nuestra selva humana se debe analizar con paciencia, sin nada de apuros y decidir estar con la persona que se considere pertinente. Como enseñaba el filósofo Aristóbulo a sus discípulos.

Resistir, contrarrestar los tiempos que van de prisa, son malos consejeros. Es la lucha del que libra su vida con el debido respeto a sí mismo y no busca la  sombra protectora. La fuerza moral motiva a librar el propio destino apoyado en el autocontrol, aferrado al respeto de la dignidad humana.

Siempre guardar en nuestro interior la alegría de vida que impulsa a ver en silencio hasta cuando la adversidad golpea, se siente que así tiene más sabor el pan.

La libertad interior crece en los inconvenientes, en ardua lucha de bien actuar, son infinitas las ideas desiguales, las confrontaciones del silencio aun más dañinas. Las viví percibiendo por las ideas sanas que siempre han acompañado.

La noche del 4 de Agosto de 1953 a bordo del yate Moineau, unas 11 horas antes de arribar a Cannes, Francia, cuando el mistral nos azotó en el embravecido mar Mediterráneo pensé que Dios lo permitió para que aprendiera que el hombre es impotente ante la fuerza invisible de los elementos. Que se es hombre cuando se concibe amar y respetar la madre naturaleza. Tenemos que sufrir, nada bueno resulta de la pereza, la vida es lucha, lo exige el bienestar. Creo firmemente que Dios entrega pródigamente sus secretos a todos sus hijos, son así las cosas de vida pura. La vida no se nos da hecha, debemos hacerla basada en el amor, esa es la gran verdad que nos realiza.

En el accidente biológico resulté varón, no hombre. Se lucha impulsado para salir de la condición de la materia con fuerzas inagotables de moral, se conquista, se gana ser hombre. Es un devenir de fuerzas interiores sostenidas con templanza y sentido común puro.  Sentirse otro como crece la caña entre las malezas. Todo ese caminar se va obteniendo, con la educación casera es imprescindible  ejercer, adaptarse a un autocontrol basado en principios sanos, aferrado, atado por la íntima y deliberada voluntad a esa obediencia amorosa paterna.

Crecer en la pobreza tiene la ventaja de comenzar con el ejemplo del padre a ser hombre de bien. Constante batallar, sin desmayo ante las fuerzas de la necesidad. Fortalece luchar, caminar  ha sido de las manos poderosas de Dios, no soltado, las debilidades, carencias, necesitan su voluntad bienhechora, sin él nada somos, sigo a sus pies, nos sostiene su amor, nunca estamos solos y huérfanos. Es un rumbo difícil de singladuras morales y religiosas para arribar al acogedor puerto del corazón de Dios.

En los momentos difíciles, críticos de la relación humana meditar… solo hay una pregunta ¿Qué haría el amor?

Cuando estudiamos a Gandhi decidimos aplicar su enseñanza y como está con nosotros junto a Duarte. Lo seguimos escuchando.

“La alegría está en la lucha, en el esfuerzo, en el sufrimiento que supone la lucha y no en la victoria misma”. Autor: Néstor Julio González Díaz, vicealmirante retirado de la Armada Dominicana.

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