Cada año se repite la misma situación cuando el frío aprieta: a tu alrededor empiezas a ver personas que se quejan de haber cogido una gripe. A pesar de las campañas de vacunación, que cada día involucran a más gente, son muchas las personas que año tras año tienen que meterse en la cama por la dichosa infección.
El problema es que el virus cambia con frecuencia y, aunque las vacunas también lo hacen, no hay una adecuada protección frente a él. Dos grupos de investigadores han desarrollado una estrategia para lograr una inmunización para todas las cepas de la gripe.
Van cambiando cada temporada para adaptarse a la cepa que más circula de la gripe ese año. Como el virus de la gripe tiene una alta capacidad para mutar, existe un sistema de vigilancia mundial para ver qué cepa es la que está circulando por la mitad sur del planeta, para que las farmacéuticas adapten sus vacunas contra esa variante del virus. Sin embargo, a veces, según pasan las semanas, la cepa vuelve a cambiar y la vacuna preparada no se adapta totalmente a ella, por lo que no protege suficientemente.
Lo que da la variabilidad al virus de la gripe son dos proteínas que tiene en su superficie: la hemaglutinina (HA) y la neuranimidasa (NA). Según varía la estructura de estas moléculas, así se va modificando la cepa del virus, por eso diferentes números van acompañando a esas letras. Quizás el que se nos ha quedado más en la memoria es el de la gripe A o H1N1 (que también fue responsable de la gripe española de 1918), pero hay muchos más, como el de la gripe aviar H5N1, y los menos conocidos como la H3N2 o la H2N2 (responsables de la gripe de Hong Kong de 1968 o la asiática de 1957, respectivamente).
Lo que los laboratorios hacen es buscar qué cepa es la que predomina cada año y elaborar una vacuna adaptada a ella, es decir, para que al inyectarla a una persona el cuerpo humano pueda responder activando sus defensas frente a esas proteínas una vez que el virus esté circulando activamente en el ambiente. Sin embargo, en muchas ocasiones, esos intentos por predecir lo que va a pasar fallan y los casos de gripe se multiplican a pesar de las inmunizaciones.
Por este motivo, muchos grupos de investigadores están buscando una solución universal, es decir, una vacuna que sea activa frente a todos los tipos de gripe. Los intentos son múltiples, desde el desarrollo de un producto que utilice las proteínas del interior del virus, otras que se dirijan hacia regiones más estables de la hemaglutinina. Un intento similar es el que ahora publica la revista Nature Medicine y Science. Dos grupos científicos han desarrollado un trabajo similar de forma independiente. Ambos han intentado desarrollar una vacuna centrándose en la parte estable de la hemaglutinina y despreciando la parte más variable. La estructura de esta proteína es como la de un chupa chups, con una cabeza formada por aminoácidos que van cambiando y un palo (o tallo) con piezas más estables.
Lo que uno de estos grupos ha hecho, y publicado en Nature Medicine, es introducir nanobacterias para eliminar la cabeza de la hemaglutinina y fijar su tallo, de tal manera que esta cepa tuviera capacidad como para generar en el cuerpo una reacción defensiva al entrar en contacto con el virus de la gripe pero fuera lo suficientemente neutra como para que esa reacción se dé ante cualquier cepa. De momento, su capacidad inmunorreactiva se ha probado en ratones y hurones. La vacuna protegió a todos los ratones frente a la infección, mientras que en el segundo grupo de animales, dos de seis inoculados murieron.
El segundo trabajo, publicado en Science, ha hecho algo similar: ha aplicado una combinación de mutaciones para alargar el palo de la hemaglutinina para que él por sí solo sea la estructura funcional de la vacuna. Los investigadores probaron esta vacuna en ratones a los que le inoculizaron la cepa H1N1 y después la cepa H5N1. Los animales vacunados no mostraron síntomas de la infección. Posteriormente, los científicos probaron la vacuna en macacos que, en cambio, sí mostraron síntomas de gripe (como fiebre) pero ninguno murió.
Como todo en ciencia, aunque algo funcione en animales no significa que lo haga en humanos. Los investigadores de ambos grupos señalan que esto es una prueba de concepto y que lo siguiente será los ensayos en humanos que no estarán listos antes de tres años. Como insiste Sarah Gileber, profesora de vacunología en la Universidad de Oxford al diario The Guardian, éste «es un desarrollo emocionante, pero las nuevas vacunas necesitan probarse en ensayos clínicos para ver cómo funcionan en los seres humanos. Esa es la siguiente etapa en la investigación que tardará años. Todavía estamos muy lejos de tener mejores vacunas frente a la gripe». Fuente: elmundo.es