Cuando meditamos a cerca de conocerse a sí mismo, se aprende el arte de considerar las cosas como son y ver que son pocos los realmente buenos, amantes del desapego, de inmediato ocurren preguntas y análisis. ¿Por qué no hay preocupación por el desapego? No se aplica la pasión individual, comprendiendo que solo así se puede llegar a una ética de transparencia que impulsa a definir lo que son las virtudes y los vicios. Y comienza la preocupación por el desapego que hallaría una forma definitiva la ética de transparencia, desprendimiento de sus bienes pro la libertad del olvidado Decálogo Duartiano.
La Ley del Desapego motiva e impulsa al gran bien, el dominio de sí mismo alejado de lo innecesario. Protesta contra el amante de lo ajeno más nos vale obtener poco, pero bien, que mucho erróneamente. ¿Por qué no buscar, encontrar el fondo vedado de las cosas? Saber medir el grado de la verdad. Los hombres se pierden en la búsqueda de la medida de las cosas. Dios es el único que puede darnos la exactitud. Es no necesitar nada. Buscar el rumbo norte sin variación ni desvío de la seguridad moral. Ahí está todo…
La virtud del desapego a lo ajeno es aniquilada por la avaricia, por eso, no se trata igual a los iguales. Se acepta todo lo malo de la corrupción por haber abandonado la ley natural del desapego que indica que solo es útil lo honesto. Como no hay conocimiento de lo justo se practica todo el apego al mal.
Nuestro invitado de hoy: Mark Twain: “El mejor modo de alegrarte a ti mismo, es tratar de alegrar a otro. Autor: Néstor Julio González Díaz, vicealmirante retirado de la Armada Dominicana