Juan Pablo Duarte olvidado

Hace 202 años, el 26 de enero de 1813, nació en Santo Domingo, República Dominicana, un niño lleno de grandes ideales y con la firme convicción de cambiar el panorama sombrío que castigaba y doblegaba con el látigo feroz de la dictadura, la voluntad de un pueblo indefenso y sin esperanzas.

Fue Juan Pablo Duarte quien con sus nobles sentimientos y gran valor logró transformar el futuro desalentador que predominaba en el país, cuando a su regreso de España decidió que sus conciudadanos debían salir del yugo haitiano que habían soportado durante 22 años y vivir en un Estado libre e independiente de toda potencia extranjera, tal como había observado en sus viajes a diferentes naciones.

Países como Estados Unidos, Inglaterra, Francia y España le ofrecieron oportunidades y enseñanzas, que no sólo apreció el inquieto joven desde el punto de vista cultural, sino además, político y fue cuando comprendió que: “Vivir sin Patria, es lo mismo que vivir sin Honor”.

Estas experiencias fortalecieron el espíritu de Duarte al punto de llevarlo a convencer a sus allegados de la importancia de formar una sociedad secreta, llamada La Trinitaria, con el fin de lograr captar de una forma silente, la mayor cantidad de adeptos que estuvieran dispuestos a ofrendar su vida, si fuese necesario, por los intereses de la nación.

Para llevar a cabo este sueño Duarte no dudó en pedirles a sus padres Juan José Duarte y Manuela Díez Jiménez que pusieran a disposición de la patria gran parte de sus bienes económicos, aunque esto conllevara quedar en la ruina total; aun así consiguió el apoyo irrestricto de sus progenitores.

En la consumación de este anhelado propósito participaron de forma activa y decidida Matías Ramón Mella, Francisco del Rosario Sánchez, Juan Isidro Pérez, Pedro Alejandrino Pina, Jacinto de la Concha, Félix María Ruiz, José María Serra, Benito González, Felipe Alfau y Juan Nepomuceno Ravelo, entre otros.

Después de exponer sus vidas a favor de la patria, Duarte y sus compañeros hicieron realidad su sueño cuando el 27 de febrero de 1844 la parte oriental de la isla La Española fue bautizada con el nombre de República Dominicana y declarada independiente de todo dominio exterior.

Todo este sacrificio de Duarte y de los demás libertadores no puede quedar en el olvido, ni permitir jamás que los ideales de este ilustre hombre se pierdan con el paso de los años, a fin de que la nación dominicana pueda mantener su razón de ser y proclamar a los cuatro vientos que: “Nuestra Patria ha de ser libre e independiente de toda Potencia extranjera o se hunde la isla”.