El próximo presidente de EEUU

No sé quién ganará las elecciones de Estados Unidos en 2016, pero me animo a pronosticar lo siguiente: él o ella tendrán una política exterior de línea más dura que la del presidente Obama.

No hay que ser un encuestador para darse cuenta de que, justificadamente o no, el electorado estadounidense esta cada vez más convencido de que Obama ha ido demasiado lejos en su afán por diferenciarse de la política exterior militarista del ex presidente George W. Bush. Hay una creciente percepción de que Rusia, China, Irán y otros adversarios de Estados Unidos están ganando terreno a costa de Washington.

Esta visión ya no se limita a los habituales halcones en política exterior del partido republicano, que han criticado a Obama desde el primer día. Ahora, incluso muchos de quienes por lo general apoyan a Obama están mirando su política exterior con creciente angustia.

El propio Obama pereció estar acusando recibo de esta ansiedad colectiva la semana pasada, cuando anunció que -contrariamente a su postura anterior de retirar todas las tropas estadounidenses de Afganistán- anunció que dejará miles de tropas allí hasta el final de su mandato en 2017. Pareció una admisión tácita de que su doctrina de moderación y “paciencia estratégica” no siempre está funcionando a favor de Estados Unidos.

Entre otros acontecimientos que están generando críticas a la politica exterior de Obama:

– Rusia, que el año pasado invadió Crimea y posteriormente anexó su territorio, ahora está incursionando militarmente en Siria para defender al régimen de Bashar Al-Assad en la guerra civil de ese país. Aviones de combate rusos han estado bombardeando posiciones rebeldes en las últimas dos semanas, mientras que un número creciente de políticos estadounidenses -entre ellos la ex secretaria de estado y precandidata demócrata Hillary Clinton- están pidiendo que Estados Unidos imponga una zona de exclusión aérea sobre Siria.

– El presidente de Siria, Al-Assad, está más fuerte que hace un año a pesar de las advertencias anteriored de Obama de que tenía que irse, y que el dictador sirio cruzaría una “línea roja” y enfrentaría “enormes consecuencias” si llegara a utilizar armas químicas. Al-Assad cruzó esa línea roja utilizando armas químicas, y no ha habido una respuesta militar estadounidense hasta ahora.

– El Estado Islámico está consolidando su califato terrorista en todo Medio Oriente, y los aspirantes presidenciales republicanos aprovechan cualquier oportunidad para recordar que esto ha sucedido durante el mandato de Obama.

– China está literalmente construyendo nuevas islas -volcando enormes cantidades de arena sobre el mar y cubriéndola con cemento- en el Mar del Sur de China, en aguas que también son reclamadas por Japón, Vietnam y Filipinas. China dice que estas nuevas islas se usarán en investigaciones biológicas y misiones de búsqueda y rescate, pero sus vecinos temen que se utilizarán para construir bases militares.

– Irán, después de firmar en julio su acuerdo nuclear con Estados Unidos y otras cinco potencias mundiales, probó un nuevo misil balístico de precisión guiada a principios de este mes que podría ser su primera arma capaz de golpear directamente a Israel. La prueba desafió una resolución de Naciones Unidas que prohíbe que Irán desarrolle este tipo de armas.

– Cuba no ha hecho ningún cambio significativo para abrir su economía o su sistema político, a pesar de la normalización de relaciones con Estados Unidos y de la reciente decisión de Obama de flexibilizar el embargo comercial de Estados Unidos a la isla. El diario The Washington Post publicó el 8 de octubre un titular que decía: “Los funcionarios estadounidenses están frustrados por la falta de progreso en el comercio con Cuba”, mientras que los críticos dicen que Obama cedió todo a la dictadura cubana, a cambio de nada.

Mi opinión: Por estos y otros factores, no es una gran sorpresa que Clinton esté tomando distancia de la política exterior de Obama. Al igual que la política exterior de Obama podría resumirse en la idea de que “Yo no soy George W. Bush”, es probable que la política exterior del próximo presidente de Estados Unidos pueda resumirse en la idea de que “Yo no soy Barack Obama”. Autor: Andrés Oppenheimer. Tomado de listindiario.com