«Podría parecer que el mundo se está viniendo abajo», dijo Ban a los jefes de Estado y de Gobierno, en un sombrío discurso en el que repasó las grandes crisis que se repiten alrededor del mundo.
El secretario general destacó que desde la II Guerra Mundial no había en el mundo un número similar de refugiados, demandantes de asilo y necesidades humanitarias a causa de los conflictos en países como Siria, Irak, Ucrania y varias naciones africanas.
«Ha sido un año terrible para los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas», señaló Ban.
«Desde bombas de racimo a decapitaciones, desde hambrunas provocadas a asaltos de hospitales, refugios de la ONU y convoyes humanitarios. Los derechos humanos y el Estado de derecho están bajo ataque», enumeró.
El diplomático surcoreano recordó que «la diplomacia está a la defensiva, minada por aquellos que creen en la violencia».
«La diversidad es atacada por extremistas que insisten en que su fórmula es la única fórmula. El desarme se ve como un sueño lejano», subrayó.
Entre otros conflictos, Ban se refirió a la última crisis en Gaza -destacando que la división entre israelíes y palestinos parece «más profunda que nunca»-, al de Ucrania y a los de Sudán del Sur, la República Centroafricana y Mali, países donde han muerto miles de personas en los últimos meses.
También a la amenaza que plantean las milicias de Boko Haram en Nigeria y Al Shabab en Somalia.
Pero sobre todo hizo hincapié en la situación en Irak y Siria, donde destacó la existencia diaria de actos de barbarie y la desolación provocada por las organizaciones terroristas.
«Estos grupos extremistas son una clara amenaza a la paz y la seguridad internacionales que requiere una respuesta con varias facetas. Necesitamos una acción decisiva para parar las atrocidades y hablar sobre qué creó la amenaza en un primer momento», defendió.
Ban urgió a los líderes mundiales a asumir el liderazgo y devolver la esperanza en un momento en el que el horizonte está «oscurecido», recordando que en los casos en los que la comunidad internacional -y sobre todo el Consejo de Seguridad de la ONU- se ha unido, se han logrado soluciones.
«La señal de abrocharse el cinturón de seguridad está encendida en el mundo. Las turbulencias están poniendo a prueba el sistema multilateral, las instituciones nacionales y las vidas», insistió.
Además de actuar ante los numerosos conflictos, Ban recordó a los líderes la necesidad de avanzar en un acuerdo global contra el cambio climático y de detener la expansión del virus del ébola, que a su juicio plantea una amenaza «sin precedentes».
En el apartado positivo destacó cómo la pobreza y la mortalidad infantil y materna se han reducido a la mitad en los últimos años y aseguró que esos resultados demuestran las posibilidades que existen para mejorar el mundo.
Para ello, consideró que resulta fundamental reforzar el papel de la mujer: «No podemos lograr el cien por cien del potencial del mundo excluyendo al cincuenta por ciento de la población», subrayó. EFE