El politicastro no se conoce a sí mismo, a los demás los necesita para vivir de los impuestos que les cobra, es esclavo de su avaricia, no lo comprende. Es como Dolabela en la Roma antigua sin escrúpulo y ambicioso.
La firma del Código de Pautas Éticas y no entregar la declaración jurada de bienes, es desobedecer la ley, muy alejado de la ética.
Los del PRD no hablan el lenguaje de la reconciliación por el deseo exagerado y disputado de ser el primero.
¿Cuántas escuelas se construirían con los millones de pesos de los legisladores con su institucionalizado peculado del barrilito?
Seguro no sería necesario ir al Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Hablar de más impuestos demuestra la ley del apego al insaciable afán desordenado de adquirir y atesorar riquezas.
Los candidatos de la tribuna electoral reservan y ocultan lo que en el poder aman: La mala costumbre o abuso, especialmente los introducidos contra la Constitución y leyes.
El padre de familia debe cerciorarse cómo es que el maestro enseña la clase. Su hijo se gradúa de bachiller y al preguntársele por qué Juan Pablo Duarte no estaba en el país la noche que Ramón Matías Mella disparó el trabucazo, su hijo contesta: «El estaba en el extranjero estudiando». En la geografía no sabe los nombres de los ríos, no sabe leer, la escritura no se entiende. Realmente no sabe nada del estudio de bachillerato.
Hace cincuenta y tres veranos que ansío presenciar las frías exigencias de la política de Estado.
Que desvergüenza no saben callar por el momento, tratan de defender el peculado barrilito, realmente está institucionalizado. ¡Qué democracia pisotea la Constitución…!
Ciertos políticos tienen mala fama la defienden y no cambian. En Roma Vitelio de mala fama, sin embargo cuando gobernó provincias su actitud fue virtuosa como la de los antiguos. El dominicano ignora la doctrina Duartiana.
La serie de actos de corrupción son un monumento perpetuo de los falsos líderes carentes de la educación de los conocimientos para vivir bien. Son creadores de males sociales que vapulean al pueblo llano. La avaricia los aleja del deber y prestar el servicio de utilidad.
No amaina el ciclón tropical de la corrupción por todos los estamentos de la administración pública. Las “irregularidades” que muestran las auditarías de la Cámara de Cuentas en las sindicaturas son más que tsunamis que arrasan los municipios.
Se perdieron los ánimos de los jóvenes trinitarios para volver a defender la nacionalidad. Ya no hay lugar a la espera. Los ilegales haitianos no se detienen.
La riqueza en que danzan los políticos es fruto de la corrupción del sistema creado por ellos.
Nuestros invitados de hoy: Leonardo Da Vinci: ¡Oh miseria humana, a cuantas cosas te sometes por el dinero!
Henrik Ibsen: Un pueblo con vida, por diezmado que se encuentre, extrae de adversidad medidas y fuerzas. Autor: Néstor Julio González Díaz, vicealmirante retirado de la Armada Dominicana.