Por Paola Belliard
Periodista/Abogada
El segundo mandato del presidente Luis Abinader es un fenómeno que merece un análisis profundo, no solo por el contexto nacional que enfrenta, sino también por las expectativas que ha generado tanto en el ámbito político como en la sociedad civil. Desde que asumió la presidencia en agosto de 2020, Abinader ha demostrado ser un líder que, en medio de crisis sanitaria y económica, ha intentado implementar una agenda de cambio y modernización en la República Dominicana. Sin embargo, su segundo mandato no está exento de retos significativos.
En primer lugar, la gestión de la pandemia de COVID-19 fue un hito en su primer mandato que, si bien se manejó con medidas que lograron controlar la situación sanitaria, también dejó al descubierto las profundas desigualdades en el acceso a salud y servicios básicos en el país. Este es un aspecto que debe ser prioritario en su segunda administración: no solo se trata de manejar la recuperación económica post-pandemia, sino de hacerlo de manera inclusiva, asegurando que los sectores más vulnerables no queden rezagados.
Además, Abinader enfrenta un ambiente político cambiante y una oposición que ha ganado impulso. La polarización es un fenómeno en ascenso, y el presidente debe ser capaz de navegar estas aguas con diplomacia y estrategia. La gobernabilidad depende de su capacidad para construir consensos y mantener un diálogo abierto con todas las partes interesadas, incluyendo sectores que han sido críticos de su gestión.
Otro tema crucial es el de la corrupción. La promesa de Abinader de adoptar un enfoque cero tolerancias han resonado en un país que ha estado marcado por escándalos de corrupción. Será fundamental que durante su segundo mandato se tomen medidas concretas y sostenibles para fortalecer las instituciones y asegurar la transparencia en el uso de los recursos públicos. La percepción de corrupción puede socavar la confianza en su gobierno, por lo que es vital que se actúe de manera decisiva y visible en esta área.
Por otro lado, su enfoque en la modernización y digitalización del gobierno debe ser complementado con un fortalecimiento de la educación y la capacitación. La economía del futuro depende de la calidad de la educación que se ofrezca hoy; por ende, es imperativo invertir en un sistema educativo que forme a los ciudadanos en las competencias necesarias para un mundo cada vez más tecnológico y globalizado.
Debo señalar que Abinader, de 56 años, inicia su segundo mandato con la promesa de reforzar los controles a la migración haitiana e impulsar una reforma fiscal que mantenga el crecimiento de la economía, que para este año se estima por encima del 5%.
Buscará además reformar la Constitución, aunque con el compromiso de no incluir la reelección indefinida y garantizar la independencia institucional del Ministerio Público.
Cabe resaltar que la reelección indefinida ha sido una causa de inestabilidad política que ha afectado a la democracia y al desarrollo, no sólo en nuestro país, sino en toda América Latina y en otros lugares del mundo.
El mandatario contará con la mayoría en ambas cámaras del Congreso, así como en las alcaldías. Su organización, el socialdemócrata Partido Revolucionario Moderno (PRM) y partidos aliados, controlan 29 de los 32 puestos en el Senado, mientras que en la Cámara de Diputados tiene 146 de los 190 curules.
En conclusión, el segundo mandato de Luis Abinader se presenta como una oportunidad para consolidar avances, resolver problemas históricos y construir un país más justo y equitativo. El éxito de su gestión dependerá de su capacidad para abordar los desafíos que se presentan tanto en la economía como en la gobernabilidad y la justicia social. La historia juzgará su legado no solo por las promesas cumplidas, sino por el real impacto que sus políticas generen en la vida cotidiana de los dominicanos.
paolabelliard@gmail.com