Watergate dominicano. Impunidad

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Por: Néstor Julio González Díaz

La entrevista del periodista Huchi Lora al ministro de Interior y Policía, Carlos Amarante Baret, nos presenta el caso Watergate, Washington D.C., espionaje telefónico. Cuyo resultado fue la muerte cívica del presidente Richard Nixón. Aquí en dominicana una burla más como la del peculado de los congresistas y los que no cumplieron con la declaración jurada de bienes al asumir un cargo público. Impunidad. El flamante Carlos Amarante con su erística tiene el objeto de meter miedo, ese miedo que produce la marcha verde, es como Sócrates decía Akólasto intemperante, carente de mesura. Intervenir conversación por teléfono es de la sinrazón, de espalda a la ley natural y la creada por los hombres, es contra el derecho natural. Inaceptable a la dignidad humana, solo por ser hombre ciudadano de un país donde la Constitución y leyes son para tratar igual a los iguales. Proteger es la misión de la institucionalidad. La ley natural es reina de todos, intemporal. Como hemos vivido una larga travesía hemos visto y recordamos de todo un poco gracias a las fieles neuronas. Señor Amarante usted nos recuerda el verso de Pindaro. Nemeas. Apréndalo. “La ley está sobre los hombres y los dioses. Georgias en decir Calicles: La ley reina de todos, de los mortales y de los inmortales”. Usted vive el funesto Macabón gobernador de Samaná, cuando UlisesHereaux, decía. “Yo soy ley batuta y Constitución”.

Ya lo palpamos ¿Estamos en una sociedad tan imprevisible que no pueden con sus situaciones? ¿Será la pesadez de lo que antes no poseían que lo domina en la sinrazón?

Nadie absolutamente nadie, tiene el derecho de privarnos a vivir en paz o por lo menos a luchar, defender, por la vida simplemente porque existimos. Dios es nuestro padre y nos crea libres. Por nuestra libertad es respetar para que nos respeten. Somos obedientes porque nos conocemos a nosotros mismos y esa obediencia nos exige respetar, cumplir la Constitución y las leyes como dominicanos Duartianos y Boschistas. Jamás violar la ley y hacer a los demás lo que nos queremos nos hagan a nosotros. Es respetar al hombre solo por ser hombre. Usted demuestra que no se conoce a sí mismo, por lo que no conoce a los demás. El cargo público es para servir bajo el imperio de la ley y el hábito natural de las buenas costumbres. Entiéndalo, eso es lo que los dominicanos somos, no arbitrarios, violadores de la ley intemporal creada antes de las de los hombres y de que los Estados existieran. Estamos claro seamos Duartianos apliquemos su Doctrina y si se es peledeísta honrar al maestro presidente Juan Bosch: “Ir al poder para servir al pueblo, no para servirse de él”.

Los dominicanos no somos esclavos ni prisioneros. Los Derechos Humanos es lo primordial, imprescindibles. La vida exige el mutuo respeto.

Durante las lecturas en la Biblioteca en Villa Bagatelle de Don Félix Benitez Rexach, Cannes, Francia, 1953. Por lo regular concluía leyendo a Marco Tulio Cicerón. Me permito entregar de mi bitácora: “Salus populi suprema lex-el bien de la colectividad es la suprema ley. Esta es una de mis preferidas sentencias de Cicerón. Consérvense bueno.

El autor es vicealmirante de la Armada Dominicana

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