Trump, a un año de gobierno: Cuba en el sexteto

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Cuando el pasado martes 30 de enero, la portavoz de la presidencia estadounidense Sarah Sanders declaró a la agencia AFP que el discurso que el presidente Donald Trump pronunciaría esa noche tendría como tema principal la construcción de un país “seguro, fuerte y orgulloso (…)”, no abarcó en su sintética afirmación los puntos flojos e inexplicables que contendría la alocución del controvertido mandatario.

Entre las opiniones que emitió la prensa internacional se destaca el artículo de Damià S. Bonmatí, publicado por la agencia Reuters, titulado: “Cinco puntos del discurso de Trump que separan más a EE.UU. del resto del mundo”. Aquí se destaca el concepto trumpiano de: Dinero “solo para los amigos de EEUU”, mediante el cual el mandatario dijo a los legisladores que la ayuda exterior no se destine a las naciones que se consideran “adversarias”.

Precisamente, fueron seis países los que Trump puso en la acera contraria; unos por temor, sin duda alguna, debido al potencial económico que compite con sus intereses hegemónicos y la unipolaridad que intenta enarbolar: Rusia y China; otros, como Irán y la República Popular Democrática de Corea , le incitan a pretender justificar el ansia de “modernizar y reconstruir nuestro arsenal nuclear”, como expresó entonces y aunque agregó “esperando que nunca se tenga que usar, pero que nos haga tan fuertes y poderosos que detenga cualquier acto de agresión”, obviamente se prevé que el presidente norteamericano “ha dado un primer toque en el tambor de guerra con esta frase clave pronunciada en su primer discurso sobre el Estado de la Unión”.

De Venezuela y Cuba se refirió como los regímenes “que retan nuestros intereses, nuestra economía y nuestros valores”.

Grandeza, y “grandeza”

En el contexto de esta intervención en el Estado de la Unión, el jefe de la Casa Blanca subrayó aquello de “… estoy pidiendo al Congreso que finalice el peligroso secuestro de la defensa y de los fondos completos para nuestra grandeza militar”. Y olvidó entonces que su administración, que ha impuesto” fuertes sanciones a las dictaduras comunista y socialista en Cuba y Venezuela”, como expuso, ha sido enfrentada por la Mayor de las Antillas antes, durante y ahora con él, sin que se haya podido doblegar una nación y sus valores, esos que han prevalecido sin recurrir a lo que él denomina “grandeza militar”, porque la principal arma del pueblo cubano ha sido su “grandeza de principios”.

Los puntos referidos al terrorismo apuntan otra vez a Cuba. Trump, refiere Bonmatí en su artículo, “dijo haber firmado una orden ejecutiva para que el secretario de Defensa reexamine las políticas militares y para “mantener abiertas las instalaciones de Guantánamo. El presidente Barack Obama había firmado un decreto en 2009 para cerrar el centro de detención, pero el Congreso nunca dejó que llegara a aplicarse”.

Amplía el texto que “Trump no dejó margen de duda: Los terroristas deben ser tratados como tal. Y, efectivamente, en Guantánamo no son tratados como criminales detenidos y juzgados en territorio estadounidense. La lista de denuncias sobre la ausencia de proceso judicial y de uso de torturas en esa base es larga”.

Aquí el punto toca la llaga que supura, o la espina clavada al dorso de la Isla grande desde finales del siglo XIX, cuando se inicia el conflicto entre Estados Unidos y Cuba por la Bahía de Guantánamo, tras declararle el Congreso norteamericano la guerra a España, justo cuando los mambises tenían la victoria en sus manos, tras largos y heroicos años de batallas en las maniguas cubanas.

La historia habla por sí misma. Desde entonces “Estados Unidos continúa sintiéndose con derechos sobre su más antigua base naval en el extranjero, un terreno de 11.655 hectáreas sobre la costa del sureste de Cuba, sin parangón con ninguna otra base militar en el mundo”, tal y como escribió el 20 de abril de 1898, el entonces presidente, William McKinkley.

“Precisamente, la cárcel en Guantánamo se hizo famosa por las imágenes de soldados estadounidenses torturando a los detenidos, lo cual conllevó a varios proyectos de ley para tratar de prevenir incidentes similares. La declaración de Trump parece indicar que preservar los derechos elementales de los prisioneros no será siquiera una preocupación de su Gobierno”, expone Damià S. Bonmatí en su publicación y prosigue:

“Pero, más allá de lo que haga Estados Unidos con su política de detenciones arbitrarias, la demanda de Cuba y muchos otros países del mundo sigue centrada en el fin de la ocupación ilegal de ese territorio en Guantánamo”.

Concluye el artículo: “El fin de ese controvertido centro de detención –mas no la devolución del territorio a Cuba– fue una de las principales promesas del exmandatario demócrata Barack Obama, quien no pudo cumplirla durante sus ocho años de Gobierno por la resistencia del Congreso”.

Cuba no admite

El regreso de políticas fracasadas, como Fuerza Operativa en Internet contra Cuba, que recuerda proyectos subversivos similares a ZunZuneo y Commotion, fueron denunciadas por el Ministerio de Relaciones de Cuba (Minrex), que emitió una nota diplomática, en la que declara su “enérgica protesta por la pretensión del Gobierno estadounidense de violar de modo flagrante la soberanía cubana, en lo que respecta a la competencia nacional para regular los flujos de información y el uso de los medios de difusión masiva, a la vez que rechazó el intento de manipular internet para llevar a cabo programas ilegales con fines políticos y de subversión, como parte de sus acciones destinadas a alterar o cambiar el orden constitucional de la República de Cuba. La misma nota fue remitida por la Embajada de Cuba en Washington al Departamento de Estado”.

El mensaje reitera la determinación del Gobierno de Cuba “a no tolerar ningún tipo de actividad subversiva ni de intromisión en sus asuntos internos y, como país soberano, a continuar defendiéndose y denunciando la naturaleza injerencista de este tipo de acciones.

“Cuba, además, seguirá avanzando en la informatización de su sociedad, como parte del desarrollo del país y en función de los objetivos de justicia social que caracterizan a su Revolución”, concluye.

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