Rogelio Cruz: ¿Ángel o demonio con sotana?

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Bravo como nadie: No permite que se le irrespete. A la senadora Sonia Mateo le salió el mismo Diablo prendido en candela cuando le voceó “loco”. Fue durante una protesta en un juicio al senador sanjuanero Félix Bautista. El padre Rogelio Cruz respondió: “Tú eres ladrona, corrupta, no puedes justificar tu fortuna…”.

Ese mismo día, un insolente lo intentó agredir. Rogelio cogió un palo y se hizo respetar. Una vez un policía andaba detrás de él acosándolo. Se defendió golpeando el agente con una mochila que llevaba llena de piedras.

Su labor pastoral a favor de los descamisados de Cristo Rey, y donde quiera que va, la reconoce todo el mundo. Pero él, al igual que todos los que defienden las causas más justas, viven de exilio en exilio, perseguidos por un sector del gobierno o la jerarquía católica.

Aquí hay muchos Jesús, que  reencarnan en cada una de sus obras sociales. Se escribirían muchos  artículos enumerando los  logros de Luis Quinn, símbolo de solidaridad, amor y  lucha campesina por el bienestar de los moradores de las lomas de San José de Ocoa.

Barbudo y largos  cabellos, al estilo el Movimiento Hippy de la década de 1960, nos encontramos al padre Nino Ramos,  junto a jóvenes, acostados en una avenida interrumpiendo el tránsito. Protestan solicitando obras  para comunidades de Sánchez Ramírez.

El jesuita Mario Serrano, del Centro Bonó, con sus denuncias de violación de los Derechos Humanos  y de apoyo a los haitianos desnacionalizados. El eco de su voz molestó al cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, quien pidió que lo callaran. Fue trasladado a Dajabón.

Un día fuimos a entrevistar a Luis Rosario (amado por los jóvenes e idolatrado por los niños), coordinador de la Pastoral Juvenil. Nos confesó que en un viaje a Haití lo habían asaltado y robado su pasaporte y otras pertenencias.

Nos sorprendimos cuando dijo que no haría esa denuncia para no hacer daño al querido pueblo haitiano y afectar su labor rescatando de las calles a niños dominicanos y haitianos. Su ejemplo nos conmovió.

Pedro Ruquoy (o Ricua), hacía sonar su voz en Radio Enriquillo, Barahona, a favor de los desamparados dominicanos y haitianos en los bateyes sureños. El exministro de Interior y Policía, Franklin Almeyda, encabezó una campaña difamatoria contra él hasta exiliarlo.

Cristopher Harley denunció al mundo el inhumano trato a los haitianos en el Este, en una especie de esclavitud. Gracias a Harley el Grupo Vicini construyó complejos de viviendas para que los obreros haitianos vivan dignamente  en San José de Los Llanos, San Pedro de Macorís.

A Regino Martínez lo vi por primera vez luchando con unos campesinos sin tierra y bregando a favor de haitianos y dominicanos en la frontera de Dajabón.

Recuerdo la anécdota que me hizo el expárroco de Guachupita-La Ciénega, el querido padre Chepe (José), al ser alertado por los vecinos de que unos policías matones subieron en una camioneta a un  joven del barrio para “darle pabajo”.

Iba corriendo como un loco detrás de los policías, voceando e identificándose como sacerdote, pidiendo que se lo entregaran. Nunca se detuvieron. Al día siguiente apareció muerto en uno de los famosos intercambios de disparos. Era jefe policial Pedro de Jesús Candelier.

En Navidad y Año Nuevo, imitemos el ejemplo de estos sacerdotes, defensores de la vida y la dignidad humana. Autor: Roberto Valenzuela

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