Quinientos pesos y un pica pollo

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Por Jeanny Figueroa Domínguez

“Asistentes acto de fulanito de tal recibieron hasta 1,500 pesos, pica pollo, alcohol…” (Pueblo, 2019). “Ayer los chinos estuvieron contentos porque hicieron su mejor venta de pica pollo” (2019)… así rezan muchos de los principales titulares que afloran cuando se googlea 500 pesos y un pica pollo. Sin mencionar las innumerables parodias y sketches realizados con la finalidad de concientizar a la población sobre el voto sensato y la realidad que este representa o con miras de esconder, tras la burla, el asesinato del sueño utópico de aquellos que anhelamos respirar libertad y huir de la indolencia y servidumbre.

Muchos años escuchando sobre esta actividad populista que se disfraza de un interés genuino en preservar las aspiraciones de un pueblo hambriento. A pesar de ser un acontecimiento digno de contar por un trovador, no puedo evitar preguntarme por qué el dominicano acepta vender su libertad e integridad cuando ni siquiera deberían estar en oferta.

Si volvemos el tiempo atrás y nos trasladamos al inicio del Nuevo Mundo podemos deducir que la dinámica no ha cambiado, más bien, diría yo, se heredó.

Cristóbal Colón y su ejército de delincuentes, 1492. Llegan a la Isla Bendita y ofrecen espejitos por oro. Los tainos, buenos y nobles, pueden ver su reflejo por primera vez a través de los espejos dados por los buenos cristianos, todo esto a cambio su oro, o más bien a cambio de una vida repleta de esclavitud y agonía. Suena familiar, ¿no?

Un representante de x partido llega al barrio con menos oportunidades, se aprovecha de las desventajas intelectuales y el hambre de quienes allí habitan. Les dan un pica pollo y 500 pesos a cambio de su voto, o más bien a cambio de una vida de esclavitud y pérdida de integridad.

¿La historia está condenada a repetirse? ¿Se repite porque se desconoce? ¿Se desconoce porque República Dominicana ocupa los peores puestos en educación? ¿Los de arriba, o los colonizadores, se aprovechan del bajo intelecto y la bondad de la población, o de los taínos? ¿Acaso en nuestro inconsciente colectivo todavía queda un rastro de la inferioridad provocada por los constantes abusos de los buenos cristianos? ¿Acaso este sentimiento de inferioridad provoca un conformismo ciego? ¿Algún día podremos ver con claridad y ser conscientes de esta práctica que nos impide avanzar como ciudadanos y, sobre todo, seres humanos?

Los engaños vividos antes, por parte de los conquistadores del Nuevo Mundo, son los mismos engaños vividos ahora, pero por los conquistadores del actual gobierno dominicano. El primer paso para sanar es reconocer que existe una enfermedad. Mientras, seguiré soñando utopías y rezando para que juntos, como Quisqueyanos, alcemos nuestro valiente canto con viva emoción… aquella que se siente cuando se es libre. No pierdo la fe en los buenos taínos porque sé que, más temprano que tarde, se darán cuenta que merecen más que espejitos, o más que quinientos pesos y un pica pollo. Amén.

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