Cómo evitar que la mononucleosis te aleje del deporte

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La fatiga y el cansancio son síntomas frecuentes de la mononucleosis

Mario Ancic y Robin Soderling tienen dos cosas en común: fueron unos tenistas muy brillantes y se retiraron por el mismo motivo: una mononucleosis mal curada.

La enfermedad del beso también afectó hace algunos años al suizo Roger Federer, pero tuvo más fortuna y pudo reengancharse al juego a pleno rendimiento.

¿Qué hace que esta patología que generalmente se resuelve sin grandes complicaciones pueda impactar de esa manera en la práctica deportiva? ¿Cómo se pueden evitar las secuelas en el rendimiento? Respondemos con la ayuda de los expertos.

La mononucleosis infecciosa es una enfermedad producida en la mayoría de los casos por el virus de Epstein-Barr, que se transmite a través del contacto con la saliva de personas infectadas.

La mayoría de las infecciones por este virus se producen en la infancia y buena parte de ellas son asintomáticas. Fernando Pérez Escanilla, miembro del Grupo de Enfermedades Infecciosas de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), explica que se produce “otro pico de incidencia en la adolescencia -por la mayor ‘proximidad’ entre personas- y es menos frecuente en la edad adulta”. En términos generales, “cuanto más tardía es la infección, suele ser más sintomática, pero solo es grave de forma excepcional y se suele resolver en 3-4 semanas”.

Fiebre elevada, debilidad muscular y faringoamigdalitis son algunas de las manifestaciones características de esta enfermedad cuyo manejo se basa en el tratamiento de los síntomas. El empleo de antibióticos se reserva para los casos poco frecuentes en los que las complicaciones se traducen en infecciones adicionales por bacterias.

Cómo puede afectar al deportista de alto rendimiento

Por lo tanto, la patología puede pasar inadvertida, pero cuando se hace notar lo hace de forma contundente. Cuando esta enfermedad se manifiesta, según destaca Rosana Rouco, especialista en Medicina Interna del Hospital Cima, de Barcelona, “uno de los síntomas más marcados y frecuentes es el cansancio y la fatiga, por lo que merma la capacidad de los deportistas de alto rendimiento de realizar los entrenamientos al nivel habitual”. La experta añade que, desde el punto de vista psicológico, “limita sus rutinas y puede producir desánimo y frustración secundarios”.

Además, el hecho de que esta enfermedad no tenga tratamiento como tal y una de las medidas paliativas aconsejadas sea el descanso “implica, posteriormente, otro periodo de recuperación física correspondiente a la bajada que hayan presentado”.

En todo caso, Rouco aclara que las retiradas de Soderling y Ancic no pueden considerarse la norma.”La enfermedad podría afectar de forma permanente al rendimiento muy rara vez, en personas con otras enfermedades graves ya instauradas que empeorasen al tener este cuadro, o bien porque presentasen complicaciones en el momento de manifestarse esta enfermedad, lo cual es muy poco frecuente en este tipo de población”.

Razones para disminuir temporalmente la intensidad deportiva

Pérez Escanilla coincide en que es difícil “que aparezcan complicaciones serias si se sigue un tratamiento sintomático y reposo relativo”. Respecto a cuándo se puede volver a practicar ejercicio físico intenso, señala que dependerá del “grado de gravedad”. De esta manera, “si la infección ha afectado a órganos como el hígado o el bazo, la persona afectada tiene que ser más cautelosa”. El médico resalta que estos órganos inflamados “son más frágiles a los traumatismos o golpes que puedan sufrirse en la práctica de deporte”.

Por ello, dado que es sabido que estos órganos pueden verse afectados por la mononucleosis, aconseja a los deportistas llevar “un control ecográfico y analítico por su médico, que será el que decidirá”. Él tiene clara su recomendación: “Con inflamación de cualquiera de estos órganos, es decir, hepatomegalia o esplenomegalia”, yo no recomendaría el ejercicio”. En su opinión, “el ejercicio físico moderado es muy saludable, pero el intenso tiene que estar supervisado por los médicos del deporte o de familia”.

Consejos para una puesta en marcha progresiva

Fernando Dorrego, fisioterapeuta y entrenador personal de Blua de Sanitas, expone que tras una mononucleosis “el cuerpo queda debilitado, al igual que ocurre con cualquier infección por virus”. Recomienda “comenzar el ejercicio cuando los síntomas desaparezcan y sintamos que tenemos más ánimo y fuerza para realidad actividad física”.

Una vez superados los primeros días, el experto cree que “para comenzar con ejercicios de mayor intensidad o volumen es recomendable esperar una semana”. Ahora bien, con el objetivo de evitar lesiones, lo aconsejable es “iniciar progresivamente el entrenamiento, teniendo en cuenta que esa adaptación va a ser proporcional al tiempo que hayamos estado enfermos”.

En definitiva, no se trata de suspender totalmente el movimiento, sino de disminuir el ritmo de ejercicio, “bajando el tiempo de actividad, los días de entrenamientos o el volumen de peso que habitualmente estamos acostumbrados a entrenar”. Los deportistas deben aprender a “escuchar su cuerpo”, concluye Dorrego. Autora: María Sánchez, cuidateplus.marca.com

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