Clanes de familias controlan el PLD

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República Dominicana cambió, no es la misma de hace 30 años. Lo alarmante es que las autoridades tienen la mentalidad y la misma estructura de la sociedad de hace 30 años. La militancia del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) cambió, son masas diferentes al pequeño partido de cuadros de 13 mil miembros. Todos se conocían. Para llegar y mantenerse en el poder se convirtió en una maquinaria electoral, uno de los partidos más fuertes del continente americano,  pero (el “pero” es siempre lo malo).

El “pero” es que la cúpula del PLD tiene la misma estructura y mentalidad del partido pequeño de la Guerra Fría, del país de 30 años atrás. Y, por supuesto, no controla la militancia, no la conoce. En el PLD nadie respeta a nadie, la ideología se fue al carajo. La violencia (dos muertos y decenas de heridos), incursión de narcos en las primarias muestra el descontrol.  La cúpula no controla los procesos internos; y por eso se mostraron desconcertados y sorprendidos  con los últimos líos.

Para aspirar a cualquier cargo hay que ser millonario, no importa de donde venga su riqueza. Cada voto debe ser comprado. Se compraron votos en el último proceso a RD$300, RD$500, RD$1,000. Iba subiendo: en Santiago se compraron hasta a RD$2,000.  ¿Qué obediencia puede tener un candidato por la dirección de su partido si tuvo que gastar millones para ser regidor, síndico, legislador?  El votante se vende al mejor postor,  sabe que no hay ideología,  los candidatos no volverán más al barrio: sólo van en tiempo de campaña. Y al llegar al cargo sacarán “sus inversiones”.

Lo quieren todo

En la degradación del PLD no sólo hay que ser millonario para aspirar a una posición, hay  que tener la “bendición” de uno de los influyentes  clanes de familias en el gobierno. Estos nombran la esposa, hijo,  tío, primo, novia, amigos y más. A veces, son tan insaciables  acaparándolo todo que  creo que tienen en nómina hasta el perro de la casa. El dirigente medio  o activista  del barrio no tiene ni la más mínima oportunidad de ocupar una posición, aunque sea meritorio.

Cristina Lizardo es presidenta del Senado; su hermano, Simón Lizardo, ministro de Hacienda. Son miembros del poderoso Comité Político y cercanos al presidente Danilo Medina. Simoncito (como lo llaman sus amigos) es presidente de la circunscripción número uno de la capital.  No conforme con eso, patrocinaron económicamente a la candidata a diputada (“la más votada”) por la misma circunscripción, la esposa de Simón, Yaquelín Ortiz. Apoyaron al aspirante a síndico por Santo Domingo Norte, René Polanco.

Freddy Pérez, exministro de Obras Públicas, cercano al expresidente Leonel Fernández, impulsaba su esposa, Margarita Feliciano, como candidata a diputada, también por la circunscripción número uno de la capital. El Ministro de Interior y Policía, José Ramón Fadul, llevaba a su hijo, Víctor, como aspirante a diputado por Santiago.

El ministro de Educación, Carlos Amarante Baret,  llevaba a su hijo (tiene  su mismo nombre) como diputado por Moca. El ministro de Economía, Planificación y Desarrollo, Juan Temístocles Montás, hizo hasta lo imposible para que su hermano, José Montás, ganara la candidatura a síndico por San Cristóbal. La lista es larga, le prometemos los demás nombres para un próximo artículo.

No hay que ser un genio para comprender que para  tener un gobierno decente se necesita un partido decente que  proteja su militancia del tráfico de influencia de las familias que acaparan los empleos del Estado. Si la dirección del PLD no conoce y  controla su militancia, y protege a los más débiles, tampoco conoce la sociedad que está desbordando los límites de la violencia. Un partido honrado hará un gobierno honrado. Autor: Roberto Valenzuela

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